Sitios web

martes, 22 de marzo de 2011

ONÍRICA


Una bestia terrible me hace correr por mi vida. No pienso en otra cosa. Da igual si me vuelvo, de hecho no creo que sepa donde voy ni qué me persigue, sólo puedo sentir miedo, el suficiente para mantenerme alerta, pero no demasiado como para quedarme petrificado. Este mundo es un laberinto. Allá en la Tierra todo era más sencillo. Me arrastraba por los suburbios durante el día, escondiéndome de los centinelas, esos androides del diablo no hacen más que cazar a los indigentes para llevarlos ante el tribunal continental más cercano y, de ahí, al corredor de la muerte. A mí tardaron en cogerme pero al final lo lograron. Esas máquinas son demasiado listas, demasiado intuitivas, se adelantan a todo cuanto pensamos los humanos, es desalentador, de veras. Fue hace tiempo pero ahora, aquí, no sabría decir si preferiría estar en el corredor de la muerte o en esta pesadilla. Me ofrecieron el indulto, más bien me ofrecieron una vía de escape, una vía de escape que está resultando ser una pesadilla interminable.

El gobierno de la Tierra se toma muy en serio el compromiso con sus socios de la Corporación IntraGalaxy, un puñado de planetas remotos que por lo visto cuentan con sociedades tan complejas como la terrícola y con un poder de destrucción igual o superior. Así que toda cooperación se ha erigido como esencial para no romper la frágil alianza establecida hace unas décadas.

La Tierra se vanagloria en las holoredes y en los ciberdiarios de liderar y coordinar con éxito el llamado Proyecto Onírica, un modo de acabar con la otra fuerza que rivaliza con ellos en la galaxia: los Jophk, seres abominables al parecer, increíblemente resistentes y con una tecnología muy superior a cualquier miembro de la Corporación. Hasta hace poco ocupaban una galaxia distinta, el problema radica en su modo de reproducción, el cual ha disparado la demografía en su galaxia y los ha conducido irremediablemente a expandirse por la nuestra. Tras varios enfrentamientos, viéndose incapaces de derrotarlos por separado, los distintos planetas de la Vía Láctea se han unido bajo una única bandera para enfrentarse a su nuevo y común enemigo: IntraGalaxy. El Proyecto Onírica es una iniciativa impulsada por un grupo de científicos de todos los planetas que pretende controlar a todo miembro de los Jophk mediante el sueño, es decir, algo como un coma inducido a gran escala, para así poder hallar el modo de controlarlos y poder hacerse con la información necesaria para desarrollar su tecnología.

Yo, Gabriel Sente, un pobre indigente del sur de lo que antaño fuera Europa, soy uno de los conejillos de indias que nuestros aliados usan para experimentar. Debido al escaso voluntariado y a la campaña en contra por parte de los grupos pro-derechos humanos, ahora tan sólo los presos, los condenados a muerte o los indigentes somos enviados como “voluntarios” a Árkos, un planeta similar a la tierra, donde investigadores de IntraGalaxy buscan el modo de llevar a cabo con éxito Onírica. Se nos envía haciéndonos creer que con ello logramos eludir la muerte o los trabajos forzados, aunque en realidad nuestro fin parece servir a un objetivo más cruel: experimentar el tormento imperfecto que, con el tiempo, sufrirán los Jophk.

Me detengo porque la sensación de agotamiento es insoportable. Este lugar está desierto. Me encuentro en una ciudad fantasma. Los edificios me resultan familiares pero… no recuerdo haber estado en ninguna polis tan desierta, de las decenas de ciudades-estado de la Tierra que he visitado, jamás había contemplado un panorama tan desolador. Siento el aire viciado, como si pesara, diría que es tan denso que podría cortarlo; el asfalto es desigual aquí y allá, está desquebrajado y hay una completa ausencia de lentes que marquen los carriles, claro que tampoco hay hologramas de tráfico, ni semáforos, ni androides de circulación. Es inquietantemente extraño.

Sé que estoy en un sueño. No sé si debería saberlo. Creo que no. Pero este mundo es demasiado extraño, lo siento remotamente familiar pero todo es vago, inconexo, como un collage de recuerdos unidos deliberadamente, sostenidos por una telaraña poco tupida. No sé como será para los otros reos que se ven obligados a someterse a la silla del sueño, Dreamchair como la llama su inventor. El proceso apenas dura unos segundos, pero son los segundos más angustiosos que he pasado en mi vida. De algún modo te matan para resucitarte aquí. Después de siglos de avances científicos y tecnológicos, los procesos invasivos siguen siendo agresivos, y en este caso incluso violentos. Son seis las brocas-láser que usan, penetran a través del tejido y el cráneo hasta llegar a los lóbulos que dividen el cerebro: una en el temporal, una en parietal, dos en el occipital y, las dos restantes, se introducen a través de las fosas nasales hasta el lóbulo frontal. Por si eso no fuese suficiente, no hay anestesia, al parecer el estado de ensoñación hay que inducirlo una vez se ha penetrado en la mente y se tiene su control, y aunque tienen la delicadeza de suministrarte morfina en cantidades ingentes, sigue siendo una operación traumática, no sólo por el dolor indescriptible, sino por la incapacidad del sujeto a cerrar los ojos para no ver, a todos se los mantienen abiertos, argumentan que para no caer en el desmayo, aunque también te inflan de drogas estimulantes. Para que no muramos en el tránsito del estado de vigilia al de ensoñación, una máquina se encarga de bombear sangre a nuestro corazón y aire a nuestros pulmones. Aún así, muchos no consiguen superar la operación y mueren antes de entrar en la fase del REM inducido como lo llaman los científicos de Árkos. ¿Por qué sé todo esto? Porque para ellos no somos más que ganado, no se molestan en ocultar sus investigaciones, nos marcan con un número y nos hacen desfilar uno tras otro, obligándonos a ver el proceso una y otra vez, la atrocidad más sanguinaria que el ser humano pueda recordar. Allí la última convención de Ginebra nada tiene que objetar, mira hacia otro lado, afirmando no tener conocimiento de que semejantes barbaridades se cometan, mientras los dirigentes de las ciudades estado como Bruselas, Brasilia, Washington o Pekín, se dan golpes en el pecho mientras cantan sus alabanzas a su proyecto, desmintiendo las acusaciones a base de vomitar demagogia barata, y afirmando que cuanto se hace es por la supervivencia de la especie humana. Y yo me pregunto: ¿cuánto de humano hay que sacrificar para seguir siéndolo?

Me he detenido. No debo parar y lo sé. Siento que esa bestia terrible dará con mi escondrijo pero no puedo soportar los calambres. Sé que es un sueño pero… parece tan real. No es la estética sino el sentir, me siento tan vivo como cuando estoy despierto. Es muy desconcertante. Estoy mareado y vomito. La sustancia es azulada. Es la droga de Árkos... pero… si es la droga de Árkos esto es… no puede ser… un momento… ¿estoy despierto? ¡Sí, lo estoy, y corro porque me he escapado! La bestia es algún tipo de criatura que han enviado para darme caza. En realidad tiene mucho sentido, no tengo ningún recuerdo de este planeta, más allá del laboratorio y la celda donde nos tenían a todos encerrados no hay nada. Había permanecido en estasis todo el trayecto hasta llegar al complejo de Árkos, así que bien podría ser éste el aspecto del planeta. Todo encajaría, la mayoría de ingenieros que construyeron estas instalaciones eran humanos, de ahí el parecido con los edificios terrícolas. Pero… ¿y si no? ¿y si estoy soñando pero creo que estoy despierto? Entonces jamás encontraré sentido a esta trampa. Me duele la cabeza, me llevo las manos a ella y las noto pringosas. Mi cabeza sangra. Instintivamente me llevo las manos a los lugares donde me perforaron el cráneo. Todos sangran. La sangre emana a borbotones, recorre mi cara y empaña mi visión. Creo que voy a desmayarme. Me siento demasiado débil. Vuelvo a vomitar más de esa asquerosa droga azul. Todo se nubla. Me siento caer.

“¡Deprisa desfibrilador. No podemos perderle. Es el más prometedor!”     

Despierto de nuevo. Llevo mis manos a la cabeza, no hay orificios, ni rastro de la sangre, me noto renovado. Pero… ¿sigo soñando o estoy en las afueras de las instalaciones de Árkos? No sé qué pensar: ¿puedo recordar un sueño dentro otro? ¿Me he desmayado y ahora estoy soñando? ¿Estoy y estaba soñando y por eso me he curado milagrosamente? Estoy enloqueciendo, no sé si por momentos, en este lugar el tiempo no parece tener sentido, en parte, porque el mismo lugar carece de él. El aullido de nuevo, desgarra el silencio y desgarra mi alma, porque si algo debe restar en un lugar así eso debe ser el alma.

Cuando vi venir esa cosa por primera vez creía que era una proyección de algún pirata civil, a veces se cuelan en el servidor y gastan bromas pesadas a los transeúntes, pero no… ni era una proyección ni una broma pesada, era una bestia enorme, con garras largas y afiladas, con un hocico lobezno que goteaba una extraña savia amarillenta, de ojos rojos que refulgían en el gris extraño del lugar; se sostenía sobre cuatro patas, no tenía pelo más que alrededor del cuello y la cabeza, semejante a un león, aunque su piel parecía refulgir como si estuviera hecha de alguna aleación metálica de color rojizo; parecía una de esas criaturas propias de los virtuacómics. Se había abalanzado contra mí sin remedio, por suerte la embestida fue tan brusca que no atinó bien y, cuando salté a un lado, sólo logró desgarrar mi manga derecha, acabó golpeándose contra una pared y perdiendo el norte durante unos minutos. Doy gracias por esos minutos. Sin ellos jamás habría podido llegar hasta aquí, aunque no estoy seguro de que en un lugar como éste uno pueda esconderse. Si algo es seguro dentro de la rumorología de Onírica es que nadie ha regresado jamás.

El edificio en el que me escondo parece un bloque de apartamentos, veo una escalera de caracol que asciende ante mí, decido subir a pesar de saber que probablemente después sólo pueda regresar por el mismo lugar, lo cuál me convierte en una presa fácil para el monstruo que me persigue. Subo y contemplo los diferentes pisos, todos ellos tienen cuatro puertas, lo extraño es que ninguna de ellas tiene cerradura ni pomo. Sigo subiendo. Subo y subo hasta llegar al ático, donde una buhardilla asoma. Sé que no debo subir pero también sé que no quiero encontrarme de nuevo con esa cosa. Bajo la escalera que da acceso a la buhardilla y subo, intento no hacer ruido pero el crujir de la madera es estridente. Oigo un gruñido varios niveles por debajo, contemplo la escalera de caracol desde arriba y veo que esa cosa está subiendo, pausada, olfateando aquí y allá, ascendiendo inexorable. Me apresuro a subir las escaleras de madera sin reparar en el ruido. Alerto a la criatura que comienza un ascenso vertiginoso. Está cerca, yo me siento agotado pero logro llegar al fin a la buhardilla, me apresuro en subir las escaleras y cerrar la trampilla. La bestia la golpea con fuerza pero la escalera es robusta y soporta las embestidas. Oigo los aullidos de la bestia y la sangre se me hiela. Tras unos minutos que se me antojan eternos, la bestia parece cansarse y oigo como desciende de nuevo por la escalera de caracol.

Algo más tranquilo, escudriño la buhardilla. Hay una ventana, a través de la cual penetra una luz mortecina que tan sólo consigue hacer más tétrica la estancia. No es un lugar reconfortante. No hay prácticamente mobiliario. Sólo un espejo apartado, un espejo antiguo, del siglo XX, lo sé porque una vez vi uno en el museo de Historia Antigua de Nova Barcino. Me acerco llevado por la curiosidad… aún no me veo reflejado en él… la penumbra hace que mis pupilas se dilaten para adaptarse y poder ver mejor… me acerco… estoy frente a él, sin embrago no hay reflejo. Sólo el fondo de la buhardilla tras de mí. Algo parece moverse en el extremo opuesto, algo insustancial, espectral y oscuro, se acerca lentamente… me vuelvo pero allí no hay nada. Regreso al reflejo del espejo y allí está, suspendido en el aire, esperando algo. De repente golpes en la trampilla. La bestia ha regresado, oigo sus gruñidos de furia, me la imagino golpeando con fervor e ira la portezuela. Tengo miedo, un miedo paralizador. La trampilla cede, la madera cruje. Asoma el hocico, las gotas de saliva amarillenta caen ingentes y se evaporan tan pronto tocan el suelo; ahora asoman las garras, está colgando, es cuestión de segundos que irrumpa en la estancia. Aún estoy frente al espejo, estoy petrificado por el terror, el espectro sigue ahí pero ahora parece haber adoptado una silueta humana, parece indicarme algo. Sigo la indicación y veo la ventana. La trampilla cede del todo y la bestia atraviesa el umbral y cae aturdido. Me doy la vuelta y corro hacia la ventana, rompo el cristal y salto al vacío.

Subject 105/2008_2783 died. Time of death: 19 hours 37 minutes. September 13, 2783[1]
“¡Maldita sea, éste parecía que iba a conseguirlo!”
“La fase del REM inducido es la más agresiva, si Onírica no es capaz de suministrarle una ficción aceptable puede derivar en paranoia y conducir irremediablemente al suicidio. La mente siempre busca una salida, ya lo sabes”

¿Están hablando de mí? ¿Creen que he muerto? Pero… no estoy muerto, únicamente estoy malherido, no es más que una pierna rota. ¡No estoy muerto! ¡Me oís! ¡Sacadme de aquí! ¡Sigo vivo! ¡No he muerto! ¡Por favor, no me dejéis aquí! ¡Despertadme! ¡Despertadme! ¡Sigo con vida! ¡Despertadme! ¡Por favor! ¡Despertadme!

Subject 105/2008_2783 in cryonics. The autopsy scheduled: March 4, 2819[2]


[1] Sujeto 105/2008_2783 fallecido. Hora de la defunción: 19 horas 37 minutos. 13 de Septiembre de 2783
[2] Sujeto 105/2008_2783 en criónica. Fecha programada de la autopsia: 4 de Marzo de 2819

No hay comentarios:

Publicar un comentario